Axel: ¿Qué es el amor?

Primera parte

Axel me pregunta si haría el sacrificio de acercarme a Villa Urquiza, para que esa noche podamos vernos. Recuerdo haber rechazado al 10 de River por hacerme la misma propuesta. Bueno, a Axel lo quiero and all that crap. Así que, por él, soy capaz de trasladarme a ese barrio lindero con la General Paz.

Llego al lugar indicado, Axel me pregunta a dónde quiero ir. Donde vos quieras, respondo. Ya hace un mes que me estoy viendo con Axel y siempre me llevó a buenos lugares; puedo confiar en él. O al menos eso creo.

Caminamos una cuadra, pasamos la vía y él señala una placita.
Me estás jodiendo, le digo.
No, me dice; quiero ir a esa plaza con vos.

Axel, me estás jodiendo (ya me paré en medio de la calle y lo miro horrorizada). Me querés llevar a una placita en Villa Urquiza, de noche; es una joda, ¿no?
Está herido, puedo verlo. Me dice que soy poco romántica, le digo que una cosa es ser romántico y otra, muy distinta, es ser un grasa.

No puedo creer que seas así, me dice, mientras caminamos hacia un Mc. Donald´s. Pensé que ibas a ceder un poco por mí.
Es que cedí mucho, le digo. Para empezar, estoy con vos pese a que no tenés bulo ni auto. Eso para mí es una gran cosa. Axel, yo rechacé al 10 de River por sugerir que me tome el 112 para venir hasta acá.

Entramos al Mc. Donald`s y, después de pedir dos cafés, nos vamos a una mesa.

Vengo del gimnasio, me dice mientras se saca la campera. Veo una de esas remeras que la gente suele usar para dormir o para pintar el patio. Se sienta al lado mío y el hedor me da una piña en la cara.

Le doy un beso. Eso es amor para mí: irme al culo del mundo para encontrarme con un chico con olor a perro muerto que me quiere tocar las tetas en una placita al lado de la vía, y aún así tener ganas de besarlo.

Él, sin embargo, no me devuelve las caricias.
Nos quedamos varios minutos, como pelotudos, mirando el café.

Discutimos, nos amigamos, nos besamos. Axel me dice que soy muy hermosa, que se muere por cogerme. Cuando salimos del Mc. Donald`s, sin embargo, explica que mañana se levanta temprano y que no vale la pena pagar un telo para estar un rato. Me da $19 para el taxi y se despide de mí.

Llamo a Fede. Es increíble, boludo; le digo.
Fede me dice que vaya para su casa.