En el sw

Un sábado estaba al gas en casa, había llegado temprano de una cena con amigas y no me quería ir a dormir a las 3 de la mañana. Luego de evaluar un poco las posibilidades que tenía, le mandé un sms a Fede 09 y este me invitó a boliche swinger. Me dijo Encontrémonos en Santa Fe y Scalabrini Ortiz, yo le dije Para eso me quedo en casa, bai; negros de mierda, ¿Dónde quedó la caballerosidad de antaño?

Me dijo ok bombón te paso a buscar y luego de llamarme un par de veces para pedirme instrucciones sobre como llegar (la puta madre, ni que viviera en Pompeya), finalmente tocó el timbre y me tomé el ascensor para bajar.Apenas entré al auto me dijo qué linda que estaba, bla.

Después de pedir direcciones a todos los tacheros que vio y en todas las YPF`s que pasamos, ya no tuve dudas de que mi 09 era el típico pendejo que tiene auto pero no aprendió aún a manejar y dirigirse de hecho a algún lado al mismo tiempo.

Llegamos al lugar. Tuve que dejar mi cartera en el guardarropas, así que le pedí a 09 que me guardara el celular y la billetera en el bolsillo de su pantalón. Fuimos a la barra a tomar champagne y después empezó la aventura. En la planta baja y arriba había reservados con cortinas, a oscuras, donde había parejas garchando.

Fede 09 se metía conmigo y examinaba qué onda las parejas. Había mucho viejo y mucho gordo, así que había que hacer una selección importante.
Nos sentamos sobre una suerte de sillones de cuerina, en medio de dos parejas garchando. 09 y yo nos besamos un poco y enseguida lo empecé a petear en cuatro sobre el sillón antes mencionado.

Me están tocando el culo, le dije a Fede 09, que en esos momentos disfrutaba de una paz in-pete muy envidiable. Y, viste como es la gente en estos lugares, me respondió. En efecto, alguien me tocaba el orto, pero no sólo lo tocaba, sino que me levantaba el vestidito, me corría la bombacha y me lamía el mismo.
Tenía un poco de miedo de darme vuelta. Podía ser un hippie viejo o un sujeto recién escapado de la clínica de Cormillot.

Sentí que el fulano atrás mío me la metía, así felizmente; estiré la mano hacia atrás para ver si tenía el forro puesto y el tipo me la sacó. Me di vuelta, lo miré. Era un tipo lindo, de unos 30 años. Rubio, con una remera blanca. Está todo bien, le dije, quería ver si tenías puesto el forro. Sí, sí, me respondió y continuó con su labor.

No hacía falta mirar su instrumento para darme cuenta que no era una herramienta de lo más poderosa, sin embargo la manejaba con actitud. Pensé que si le decía "más adentro" se iba a sentir medio pito-corto, pero bueno, algo debe tener a su favor garchar en el anonimato. Así que le pedí que me la metiera más adentro y por suerte me hizo caso; me cogió fuerte como a mí me gusta. No aguantó mucho, aunque sí lo suficiente como para hacerme acabar a los gritos, mientras yo misma me sacudía hacia adelante y hacia atrás como si no hubiera un mañana.

Me quedé medio inmóvil, agitada sobre el sillón. Me di vuelta para descubrir unos cinco tipos grandotes con cara de pajeros alrededor mío. Ni rastros de Fede 09.
Dos de ellos me empezaron a tocar. Con un gesto los alejé, les dije que quería encontrar al chico que estaba conmigo que, aparte de ser un gran tipo, tenía todas mis cosas.

Me acomodé la ropa en un segundo y fui del otro lado de la cortina a buscarlo.