Casi Fede

Sábado a la noche: Luego de la sesión de sesso kosher, llego borracha a casa y caigo ruinosamente sobre mi futón, donde permanezco hasta las diez de la noche. Como algo, me reciclo el maquillaje y me tomo un taxi hacia el bar donde Casi Fede me citó, luego de dejarme en claro que no me va a tocar ni un pelo. Resulta que tiene novia y cree en esa cosa loca de la fidelidad. Prometo respetarlo.


Llego a la hora señalada y lo espero como treinta minutos. Me pregunto cuál es la gracia de esperar media hora a un tipo que sé que no me va a coger, pero no importa, ya estoy ahí.


Se me cae una moneda y alguien me la levanta. Es Casi Fede. Le pregunto cómo me reconoció. Una rubia, tetona sentada sola, me responde. Tenías que ser vos.


Casi Fede no es mi tipo de chico, pero después de hablar un rato con él siento que la calentura me va a hacer explotar. Me pasé la tarde garchando con dos y tomando Fresita, no sé por qué me siento como si no la viera desde Navidad.Tal vez sea porque sé que no me va a coger, o porque sé que le encantaría cogerme pero sólo lo detienen sus convicciones. Como sea, estoy en llamas.


Se acaba de pedir un trago. Lo quiero besar. No me importa que no me vaya a coger, que no me vaya a manosear o hacerme acabar. Con qué poco me conformo ¿eh? Bueno, como sea, lo quiero besar.


Me suena el celular. Es el Roommie. Dejame solucionar un tema y te llamo, le digo; él acepta.Mirá, Casi Fede, digo; el tema es así: yo estoy re caliente. Si me vas a coger, cosa que no creo, yo me quedo con vos. Pero si no va a pasar nada, terminate el Cuba Libre y me voy a la mierda.


Andá, Lulú, todo bien; responde. Mierda, no quería que respondiera eso. Quería que me dijera Pero rubia, qué me estás diciendo? Yo esta noche te cojo hasta que me pidas por favor que pare. Pero no, me responde Andá, Lulú, todo bien.Llamo al roommie y le digo que en media hora ando por allá.


Casi Fede termina su Cuba Libre y paga. Nos paramos y levantamos nuestras cosas mientras la camarera le trae el vuelto. De repente, tengo su cara cerca de la mía.¿Te puedo besar? le pregunto. Me dice que no, pero no se aleja. Lo beso, con las manos atrás de su cuello, tocándole el pelo.No me abre la boca. Tampoco se corre.

Lo suelto. Me sonríe. Se acerca.Vuelvo a besarlo. Esta vez, abre un poco la boca; me agarro más fuerte de su cuello. Lo suelto. Me sonríe y se acerca de vuelta.


Nos besamos y por fin siento su lengua.La camarera vuelve con el vuelto, él me acompaña a tomarme un taxi.

Cuando me viste en bolas por la camarita, le recuerdo, me dijiste que si me besabas se te pararía la pija hasta el cielo. ¿Me mentiste?

No, responde.


Nos despedimos y lo veo irse caminando raro.