Pongo el CD y Fede on Fire me mira danzar, en boxer (buen boxer, btw). Lo veo mirarme sin pestañar y todo sigue su curso normal hasta que me tiro al piso y empiezo a hacer movimientos ondulantes de pelvis y tetas.
Lo veo acercarse, le digo que me deje terminar el baile, pero me besa y me toca la concha. Después se disculpa y me pide que continue.
Termino de bailar, tomo un poco de coca y a los dos segundos nos estamos besando de nuevo.
Fede on Fire me coge en un polvo eterno (otra que "como si no hubiera un mañana") y después de hacerme acabar ya-no-sé-cuántas veces, tengo una suerte de súper orgasmo volcánico, de esos de los que tenés dos o tres en toda tu vida, tan largos y fuertes que no sabés si te estás muriendo o haciéndote inmortal.
¿Te das cuenta lo que me está pasando? le pregunto. Él no sabe de qué carajo le estoy hablando.
Mirá, le digo; me paso la mano por la concha (aún con su pija clavada en ella) y lo embadurno con mi leche espesa. Él me admira, atónito.
Suena el teléfono. Él se levanta para atender con la pija parada.
Le dice a su amigo que "vaya al grano" y le diga qué necesita, pero se ve que no entiende la indirecta y se cuelga a contarle toda su vida. Yo tomo su celular y, con la pija de Fede on Fire en la boca le digo a su amigo que la haga corta.
- Aéa oa
- Epa, ¿¿qué tenés en la boca??
La conversación concluye, volvemos al sillón y chupo la pija de Fede on Fire como si fuera de caramelo. La idea es hacerlo acabar así, pero al ratito me caliento de nuevo.
Papi, le digo, ¿te jode si te cojo un rato?
Por suerte no le jode.
Un rato más y así se nos está pasando toda la tarde. A eso de las ocho de la noche, directamente pasamos a la cama. Ahí me da un poco de costado.
Se hacen las diez de la noche. Lo abrazo y casi me quedo dormida.
Te quiero ver de nuevo antes que te vayas, le digo cuando estamos juntando nuestras cosas para irnos (Fede on Fire tiene programado un viaje a Europa)
No sé, Lulú; me responde. Vemos.
Salimos del edificio y caminamos abrazados hasta la parada del colectivo que me dejará en lo de mi amiga Grace. Me tomo el primero que pasa, pero bajo al descubrir que ese es el que va para el otro lado.
Fede on Fire sigue allí. Le doy un beso, le digo que esa no era la parada de mi bondi, que tengo que ir a tomarlo a la plaza.
Asiente con la cabeza y se queda donde está.
Bueno, está bien, no tiene por qué acompañarme; pienso. Me voy.
Cuando estoy por tomarme el colectivo, recibo un mensaje suyo. Lo llamo, a ver qué pasa.
Sos una boluda, me dice; yo te bancaba hasta que te fueras.
Te dije que esa no era la parada, le contesto. Te di un beso y te avisé.
Pero yo pensé que decías que te tomabas el próximo.
No, papi, te dije que me lo tenía que ir a tomar a otro lado.
Pero yo te esperaba, boluda.
Todo bien, Fede, en serio.
La verdad es que me duele hasta el pelo. Pero, ¿quién me quita lo garchado?
Fede on Fire: Segunda parte.
Etiquetas:
como si no hubiera un mañana