Ax-el: lo que nunca habrían esperado de mí.

Algunos esperan que cuente más de mí en el blog, le digo mientras caminamos. Quieren verme en alguna crisis. Pero no me interesa volcar ese tipo de cosas ahí. Además, ya dediqué siete años de terapia a revolver mis miserias.

¿Por qué tantos años de terapia?
Porque se me murió una amiga, respondo. Hace las preguntas pertinentes: de qué, a qué edad, por qué. Ataque de presión, repondo, 16, qué sé yo.
Está bueno, me dice, saber estas cosas de vos. Tenés sentimientos, al final.

Llegamos a un telo lindo. Después de intercambiar unas palabras con el recepcionisto, nos tomamos el ascensor y enseguida nos encontramos en una habitación de precio. Hay una caja de fósforos con el nombre del telo sobre la mesa de luz, y una caramelera de papel corrugado. Miro la segunda y trato de recordarla, así hago una después en casa, a modo de labor-terapia.

Ax-el me besa sobre la cama, ambos con la ropa puesta. A medida que nos vamos desvistiendo descubro un lomo para recordar, con un color de piel de la concha de la lora.
Está todo durito, oh sí. Ya en pelotas, le chupo un rato la pija y me devuelve con creces el favor (oh siiii). Viene encima mío y me frota el clítoris hasta que le pido, en nombre de todo lo sagrado, que me la ponga.

¿Ya? pregunta.

Medio breve la cosa, pero tampoco me rasgo las vestiduras (y no, estoy desnuda). Estoy tranquila. Pienso que vamos a descansar un ratito y me va a volver a coger. Me vas a volver a coger, ¿no? pregunto. OB-VIO responde Ax-el.

Me acuchara y cierro los ojos.

Los abro dos horas más tarde. Axel sigue acucharándome. Ronca. Yo palmé tanto que hasta soñé.
Doy vuelta en la cama y se despierta. Horror, pienso, me quedé dormida con un tipo. La última vez que dormí con alguien fue con mi ex (A.K.A. Cóndor).

¡Oh, Cóndor!
Cóndor, el único tan feo por dentro como por fuera
Cóndor, la rata portuaria

Cóndor alias "lo mío son $7"
Cóndor, quien al menor descuido te pelaba la billetera

Cóndor, el de la pijita
Cóndor, el que había llegado a los 22 años con sólo 5 minutos adentro de una mina y un pete triste en toda su vida

El trecho de Cóndor a Axel
no es menor que la distancia entre Charly García y Brad Pitt.

Suena el "fin de turno" del telo y Axel me pregunta si me quiero quedar hasta el mediodía. Como todos saben ya, tengo problemas para dormir y no puedo razonar hasta dos horas después de haber abierto los ojos. Digo "camaaa", Axel entiende y abandonamos el recinto.

Mientras caminamos hacia la esquina, Axel me dice que me quiere seguir viendo y me pregunta si me gustaría. Le digo que sí. Me quiere acompañar a casa en taxi, pero no hace falta. Tampoco me quiero abusar de su caballerosidad.
Por un instante, recuerdo un Fede muy anterior que en la primera cita pagó TODO y me dejó en mi casa. En la segunda, sin embargo, me pidió $10 para el telo y me acompañó a la parada del bondi.

Ruego al Dios en quien no creo que este no sea el caso, que el encanto dure al menos dos citas.