Primera parte.
El viernes a la noche, Axel viene a buscarme. Lo veo llegar, justo mientras le estoy comentando a una amiga que Mi chico viene de jugar al fútbol, seguro que esta noche es uno-y-al-sobre.
Vamos a Acatraz, yo como mis fideos tricolor y Axel pide algo sin carne, para que no recuerde yo las vacas pastando mientras lo beso.
Después de la comida, viene una sesión acalorada de caricias y palabras, hasta que la calentura nos exhorta a abandonar el lugar.
Qué habrá querido decir exactamente Axel cuando me dijo que tenía bulo, me pregunto cuando encara para el telo. Estoy a punto de decirle algo, pero no quiero meterme en ese rol de cuestionar su vida, tan novia-like y tan odioso. Después de todo, me lleva a telos copados y paga él, así que bien puede tener una tortuga gigante de las Islas Galápagos viviendo en su bañera, for all I care.
Axel en pelotas es un tema aparte: luego de un año de "El lomo te lo debo", ver a Axel me da ganas de aplaudir de pie. Fuera de joda, el mejor cuerpo desde Carachi (A.K.A Fede 02).
Pero Axel no es "sólo un cuerpo bonito, sino también un gran garchador. Es cierto, todavía no me dejó jadeando y mordiendo la almohada, pero probablemente sea porque insiste en cogerme con amor.
Como sea, chupa muy bien la concha y toda su performance sexual merece mi respeto.
Axel: Más de lo que te imaginas
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relatus interruptus