La ciudad es un kilombo: víspera al día del padre, las rutas cortadas, cacerolazos y la ópera a escasas cuadras del Obelisco. Divine.
Axel me pasa a buscar un poco tarde, en medio del kilombo. Propongo tomarnos el sute y enseguida estamos allí.
Axel está vestido con esa ropa de puto que le queda tan bien a los chicos con buen cuerpo. Remera de precio apretándole los bíceps, esos jeans copados que les marcan el culito parado and all that crap. Te cojo.
Y, en efecto, estoy muy caliente. Mis problemas de sueño y mis nuevos horarios (me estoy levantando todos los días entre las 6 y las 7 del amanecer) me cortaron los garches durante la semana. Llego al sábado con un cúmulo de leche importantísimo.
La ópera ya empezó, nos metemos entre la gente y nos ubicamos en dos asientos vacíos que no son los nuestros. Miramos el espectáculo a full con la franela, todo guardando la discreción porque tampoco estamos en un banco en Plaza Flores. Pero qué calentura, por favor.
Nunca una ópera se me hizo tan larga. Tomamos un taxi hasta mi casa. Pido unas empanadas, aunque Axel no tiene hambre.
El delíveri boy llega en muy mal momento. Axel se pasa go-one-to-know cuánto tiempo besándome y acariciándome despacito, prolongando la calentura y haciendo que me moje hasta las uñas.
Es una sensación maravillosa; chicas, prueben esto en sus casas. El efecto logrado es que cuando Axel finalmente me acaricia las tetas por abajo de la ropa me prendo fuego como si me estuviera metiendo la lengua hasta el útero. Bueno, tampoco la pavada, pero se entiende.
Pete hasta el fondo de por medio, nos desnudamos y me sienta encima de él. Lo cabalgo como si no hubiera un mañana, pero apenas por un par de minutos: con todo ese warm-up es imposible durar mucho.
Minutos más tarde, Axel anuncia que algo le cayó mal y me avisa que "va a tener que usar mi baño".
Creo que no sólo te lo voy a cagar, aclara, me parece que también te lo voy a vomitar. Be my guest.
Y así termina esa noche romántica en la ópera. Conmigo yéndome a dormir con el maquillaje puesto y ganas de mear porque mi baño quedó como Chernobyl.
Al menos pasó la escobilla.
Axel: Mi baño tiene "ese no-sé-qué"
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de la ópera al tualé