Sábados de soledad

Estoy trabajando a full de lunes a viernes, levantándome temprano todos los días; es decir que se terminaron mis épocas (al menos por ahora) de garche y trasnoche fuera del finde.

Me quedan, entonces, sólo dos días para disfrutar la noche a full ("disfrutar a full", qué expresión más grasa). Agreguémosle a mis inconvenientes sociales, que Axel es actualmente mi único chico. Sumémosle a mi vida del ortho, que los sábados Axel se convierte en calabaza (tratándose de mi blog, debería convertirse en pito de goma sin pilas, o algo así). Esta adición tiene de resultado, dos sábados seguidos en casa, mirando películas en piyama.

La solución sería, le explico a Axel, buscarme un franquero para los sábados (franquero: dícese del tipo que cubre las labores del chongo oficial, cuando este se toma el día). Pero Axel está muy contento con su exclusividad, que no surge de una imposición, sino de un deseo y de la realidad de que tampoco hay nada out there que me incite a la poligamia.

Axel promete que el próximo sábado no se convertirá en calabaza, ni en vibrador sin pilas, ni en cerveza sin alcohol. Y no me queda más que creerle.