Advertencia: En este post no se coge.
Cuando pienso en mis novios del pasado, puedo entender claramente por qué me enamoré de ellos: Demián me trataba como una princesa y Al era un pibe excelente. Sabía lo que hacía cuando los dejé, pero guardo un buen recuerdo de ambos.
Esto no me ocurre, sin embargo, con Cóndor.
Mi último novio (A.K.A. Cóndor) es tan feo, que ni en mis momentos de mayor amor por él logré verlo lindo. Decir que sin barba es igual a Condorito y con barba es un clon de Hugo Varela no es exagerar un ápice su fealdad física. Asimismo, su blog es tan aburrido y pretencioso, que ni en nuestras mejores épocas lo leía asiduamente. Como todos saben ya, Cóndor trató de vivir de arriba y guardar sus morlacks a costa de otros (mía, de mi viejo, etc) como si fuera nuestro deber moral pagar sus caprichos y encima, boludo, la tenía chiquita! La tenía chiquita y había pasado 5 minutos adentro de una mina en toda su vida cuando lo conocí. O sea qué...sí, también le enseñé a coger.
Hace poco releí mis charlas de MSN con Cóndor con el objetivo de encontrar algo que me convenciera que esos ocho meses de despilfarro habían tenido sentido y sólo encontré fragmentos como este:
Él: Si voy para allá, pagame un pasaje y la mitad de la estadía.
Lulú: Pero en el colegio estoy ganando $700
Él: Y ¿qué vas a hacer con esos $700?
Lulú: ...
Él: Un pasaje son $100, después compramos comida y cocinamos, serán unos $60 más y la mitad de la estadía $200, te alcanza.
Como si fuera poco, cuando cortamos, él me dijo que quería desenmascararme (?), que tenía ganas de hacer cosas para perjudicarme. Desenmarcararme a mí, que todos saben qué hago, con quién, a qué hora. Y él justo, que tiene tantos muertos en el placard. Él, justo. Gimme a break.
Por qué, entonces. ¿Por qué, en el mundo, salí con Cóndor, por más cornudo que haya sido?
Hasta las personas como yo, que cogemos compulsivamente con desconocidos, a veces necesitamos sentir algo. Dejar de desear por un segundo que el sujeto a nuestro lado se convierta en remis después de coger.
En este tiempo estuve reflexionando acerca de cómo sentir algo sin hacer pelotudeces, ni terminar garchando con chicos con la cara de Tevez y una pijita. Cómo hacer para sentir algo, sin estar cogiendo para el ortho.
Y ahí es cuando entra Ax-el.
El amor según Lulú
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el cóndor es un ave de rapiña